Description
En el principio,
Dios creó los cielos y la Tierra.
¿El principio del libro o del mundo?
¿Estamos fuera o dentro de El Génesis?
¿Había algo antes?
Amo escuchar las historias de esos seres que crecieron donde la afectividad se construía en la mesa del comedor; donde el consuelo era natural entre unos y otros; donde las emociones, aunque no se nombraran, se atendían; donde los silencios eran cortos y saludables; donde siempre había un regreso y una reconciliación antes de irse a dormir.
En el mes de marzo de 2020, días antes de la declaración mundial de la pandemia, tuve una sesión de esas que te llevan a un estado en el que tu subconsciente te envía mensajes muy claros. Uno de ellos era: “estudia el amor”. ¡Parece muy fácil! Al correr de los meses, me di cuenta de que tenía el deseo de expandir mi afectividad, de abrir mi corazón y poder vivir ese amor que, aparentemente, otros viven e irradian sin esfuerzo. Estudiar el amor no se encuentra en los libros.
Estudiar el amor es estudiarme y observar todo aquello que me separa del amor. ¡Tremenda tarea!, pero justa y necesaria. En ese proceso decidí hacer mi propia fórmula del amor, exponiendo lo que para mí significa amar y ser amada. Por ahora, esto es lo que descubrí… esta es mi fórmula orgánica:
Amor es la suma de tres elementos fundamentales: interés, tiempo y atención. Si falta alguno, algo se queda por fuera. Todo lo que comparto es porque ya lo viví.
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